¿Qué pasa después del tratamiento del SIBO? Claves para prevenir recaídas y cuidar la salud digestiva

Superar un diagnóstico de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado) y completar el tratamiento indicado suele marcar un antes y un después en la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, la recuperación no siempre finaliza al eliminar los síntomas iniciales.

El SIBO es una condición con alta tasa de recurrencia si no se abordan de manera integral los factores que lo originan. Por este motivo, la etapa posterior al tratamiento es fundamental para consolidar la mejoría y evitar recaídas.

Después del tratamiento: un nuevo comienzo

La finalización del tratamiento, ya sea a través de antibióticos, fitoterapia o intervenciones dietéticas específicas, suele ir acompañada de una notoria disminución de síntomas como la distensión abdominal, los gases, los cambios en el tránsito intestinal y la fatiga.

Sin embargo, es importante comprender que la erradicación sintomática no siempre equivale a la resolución definitiva del sobrecrecimiento bacteriano.

El intestino delgado necesita condiciones específicas para mantener su equilibrio microbiológico. Cuando estas condiciones no se restablecen o persisten factores predisponentes, el SIBO puede reaparecer.

Factores que favorecen la recurrencia del SIBO

La recaída del SIBO generalmente está relacionada con alteraciones que afectan la dinámica normal del intestino. Entre las principales causas identificadas se encuentran:

  • Trastornos de la motilidad intestinal: enfermedades como el síndrome de intestino irritable, secuelas de infecciones gastrointestinales o disfunciones del complejo motor migratorio pueden dificultar el vaciamiento adecuado del intestino delgado, favoreciendo la proliferación bacteriana.
  • Alteraciones anatómicas: estenosis, adherencias postquirúrgicas o divertículos pueden generar zonas de estasis donde las bacterias tienden a acumularse.
  • Inmunodeficiencia: un sistema inmune debilitado, ya sea por condiciones crónicas o tratamientos inmunosupresores, puede dificultar el control de la microbiota intestinal.
  • Uso prolongado de inhibidores de la secreción ácida o antibióticos: estos medicamentos, si bien necesarios en muchos tratamientos, alteran el ecosistema intestinal y predisponen a la disbiosis.

Identificar y tratar estos factores de fondo es clave para reducir el riesgo de recaída y sostener los resultados obtenidos.

Prevención de SIBO a largo plazo

El seguimiento posterior al tratamiento del SIBO debe ser individualizado, atendiendo a las necesidades y antecedentes de cada paciente. Algunas de las estrategias más utilizadas incluyen:

Evaluación de la causa subyacente

Investigar y abordar las condiciones predisponentes es fundamental para evitar nuevos episodios de sobrecrecimiento bacteriano. En algunos casos, puede ser necesario realizar estudios complementarios o consultas interdisciplinarias.

Plan de alimentación adaptado para SIBO

El asesoramiento nutricional tiene un rol central en la prevención de recaídas. Dependiendo de cada caso, se pueden indicar planes de alimentación bajos en FODMAPs, dietas específicas para disbiosis, o simplemente un enfoque que favorezca la motilidad y la microbiota saludable.

Procinéticos para SIBO

Estos fármacos o suplementos estimulan el tránsito intestinal, disminuyendo la posibilidad de estasis bacteriana. Su uso suele ser indicado en pacientes con alteraciones demostradas de la motilidad.

Papel de la microbiota

Restablecer una flora intestinal equilibrada puede requerir la incorporación de prebióticos, probióticos específicos o estrategias dietéticas a largo plazo, siempre bajo supervisión profesional.

Monitoreo clínico

El control de síntomas y, en algunos casos, la repetición del test de aire espirado (lactulosa o glucosa) permiten detectar recurrencias de manera temprana y ajustar las intervenciones antes de que los síntomas se instalen nuevamente.

Signos de alerta de SIBO: Cuándo consultar

El retorno de síntomas como distensión abdominal progresiva, gases malolientes, dolor abdominal recurrente, alteraciones en el hábito intestinal o fatiga persistente puede indicar una recaída del SIBO.

Ante la reaparición de cualquiera de estos signos, se recomienda evitar la automedicación y consultar oportunamente con un especialista.

El diagnóstico temprano de una recaída facilita un manejo más sencillo y mejora el pronóstico a largo plazo.

En IGEA acompañamos a cada paciente en todas las etapas del tratamiento del SIBO, con un enfoque integral que no solo busca resolver los síntomas, sino también fortalecer la salud digestiva en forma sostenida.

Contamos con tecnología diagnóstica avanzada, especialistas en gastroenterología y nutricionistas que trabajan en conjunto para ofrecer planes personalizados.

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